El mérito irreconocido de Gregorio Manzano en Mallorca
Gregorio Manzano, entrenador que dejó una huella indeleble en el Real Mallorca, pero que ha sido menospreciado, especialmente por parte de la prensa local
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En el universo del fútbol, y especialmente en el contexto español, el trabajo del entrenador está siempre bajo escrutinio. Los resultados son el único juicio inapelable y los directores técnicos lo saben. Sin embargo, hay figuras que, a pesar de los logros, pasan desapercibidas o no obtienen el reconocimiento que merecen. Uno de estos casos es el de Gregorio Manzano, entrenador que dejó una huella indeleble en el Real Mallorca, pero que ha sido menospreciado, especialmente por parte de la prensa local.
Gregorio Manzano: El arquitecto olvidado del Mallorca
Gregorio Manzano llegó al Real Mallorca en la temporada 2002-2003, un momento en el que el club balear necesitaba estabilidad tras un año complicado en Liga y un debut histórico en la Champions League. Desde su primera etapa en el equipo, Manzano demostró ser un técnico con una capacidad táctica sobresaliente, capaz de transformar no solo el rendimiento colectivo del equipo, sino también el individual de muchos jugadores.
En su primera campaña, Manzano no solo consolidó al equipo en media tabla, sino que consiguió lo que hasta entonces era el mayor logro del club: la victoria en la Copa del Rey 2003 tras derrotar al Recreativo de Huelva. Este título marcó el primer gran éxito de la historia del Mallorca, y aunque Manzano se marchó al Atlético de Madrid al finalizar la temporada, su huella ya estaba grabada en el equipo.
Un regreso para salvar al equipo
Tres años después, el Mallorca atravesaba una crisis, luchando por la permanencia en Primera División. Fue entonces cuando Manzano volvió a la isla para cambiar nuevamente el rumbo del club. En la temporada 2005-2006, con el equipo en puestos de descenso, su regreso fue crucial para conseguir la salvación, algo que logró casi de inmediato con dos victorias consecutivas tras su llegada. Su influencia no solo se sintió en los resultados, sino en el ánimo de un equipo que parecía destinado a perder la categoría.
En los años siguientes, Manzano continuó superando las expectativas. A pesar de la constante salida de jugadores clave, como ocurrió en el verano de 2008 con la marcha de figuras como Dani Güiza, Ibagaza, Borja Valero y Jonás Gutiérrez, Manzano consiguió formar equipos competitivos año tras año. En la temporada 2007-2008, el Mallorca rozó la clasificación para la Copa de la UEFA, quedándose a un solo punto de lograrlo.
Los desafíos económicos y deportivos
Uno de los aspectos más complicados que Manzano tuvo que enfrentar fue la crisis institucional que azotaba al club. La situación económica del Real Mallorca era preocupante, con un presidente, Vicente Grande, obligado a poner el club en venta debido a sus problemas financieros. Esta incertidumbre institucional afectaba directamente la capacidad del equipo para realizar fichajes y, lo más importante, generaba un entorno caótico donde se hablaba de todo menos de fútbol.
A pesar de todas estas adversidades, Manzano siguió adelante. Durante la primera mitad de la temporada 2008-2009, cuando los resultados no acompañaban y la presión de la prensa era abrumadora, se mantuvo firme. Cualquier otro entrenador podría haber abandonado, pero no Manzano, quien siempre mostró un compromiso inquebrantable con el club balear.
En diciembre de 2008, el regreso de Mateu Alemany como presidente del club trajo estabilidad institucional, lo que permitió que el trabajo de Manzano diera sus frutos. El equipo mejoró notablemente en la segunda vuelta de la temporada y logró sellar su permanencia en Primera División con victorias claves como la conseguida contra el Almería por 2-0, donde el golazo de Cléber Santana fue la guinda de un partido perfecto.
La táctica de Manzano: El toque maestro
El Real Mallorca bajo la dirección de Manzano no solo sobrevivió a las dificultades, sino que también mostró momentos de gran fútbol. Uno de los aspectos más destacables de su gestión fue su habilidad para realizar cambios tácticos durante los partidos que marcaban la diferencia. Un ejemplo de esto fue el encuentro ante el Real Madrid, donde la introducción de Ariel Ibagaza en el descanso cambió por completo el desarrollo del partido. Manzano tenía un don para leer el juego y hacer ajustes precisos que alteraban el curso de los partidos, incluso frente a equipos de la talla del Madrid o el Barcelona.
Jugadores como Nunes y Borja Valero encontraron en Manzano a un mentor que los llevó a su máximo rendimiento. Nunes, apodado “el perro de presa” por su dureza defensiva, y Valero, una joya en el mediocampo, demostraron bajo su mando el talento que los convirtió en pilares fundamentales del equipo.
¿El reconocimiento que nunca llegó?
A pesar de todos sus logros, Gregorio Manzano nunca obtuvo el reconocimiento que merecía en Mallorca. La prensa local a menudo lo criticaba, minimizando sus éxitos y achacando las victorias a la debilidad de los rivales en lugar de destacar el buen trabajo de su equipo. Uno de los episodios más significativos fue la eliminación en semifinales de la Copa del Rey ante el Barcelona de Messi e Iniesta, donde se le reprochó no haber arriesgado lo suficiente. Sin embargo, pocos recuerdan que Manzano logró empatar en casa con el Barça y que, de no haber fallado un penalti Pep Martí, la historia podría haber sido muy diferente.
En definitiva, el legado de Gregorio Manzano en el Real Mallorca va mucho más allá de los números. Fue un técnico que supo mantener al equipo en la élite, incluso cuando las circunstancias parecían jugar en su contra. ¿Será recordado algún día como se merece? Solo el tiempo dirá si la historia reconoce finalmente el valor de un hombre que, con su trabajo incansable, contribuyó a escribir uno de los capítulos más importantes en la historia del club balear.
Manzano se merece más respeto, y aunque su impacto fue enorme, el verdadero mérito de su labor en el Mallorca sigue siendo una deuda pendiente.
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